

Por Argelia Villa
No quiero dármelas de famosa, ni tampoco pretenciosa, pero a otra cita honrosa, no pude decir que no.
En un día muy cualquiera,
el teléfono sonó, y cual no fue mi sorpresa, al oír la invitación.
Una entrevista querían,
de una buena red de acción, pues TELE CAFÉ ya contaba, con una gran audición.
De mi interlocutor yo escuchaba, grandes flores, y una gran admiración.
Doña Argelia usted es un icono, usted es alguien muy especial, y queremos que nos cuente, de su vida en general: de sus viajes, sus reinados, sus anécdotas también, pues sabemos que las tiene, y queremos conocer.
Asustada y muy honrada, me lancé a decir qué no, ya que no consideraba, ser cercana a tanto honor.
El teléfono colgaba, y mi hijo me escuchaba: y a usted que se le da?
Usted se las sabe todas, y lo que no sabe se lo inventa, es mejor que esté atenta, a esa bonita oferta.
Nuevamente motivada, y ya un poco regañada, tomé de nuevo la «oferta», prometiendo estar atenta, a tan grata invitación.
A la cita yo acudí: de mis ancestros hablé, de mis viajes les conté, mis experiencias narre, creyendo así contestar lo que osaban preguntar.
Ya terminada la audiencia, y ante tanta concurrencia, y sí, con mucha insistencia, Yesid el periodista, de nuevo interpelo:
Será abuso preguntarle, y podemos indicarle, algo más, algo menos, y dejar de molestar ?
Pues ya han sabido bastante, algo más, algo menos, no me afecta en lo demás.
Que le quedo pendiente que no pase de imprudente?
Doña Argelia: usted cuántos hijos tuvo?
Maliciosamente lo miré, y su curiosidad yo calme, no sin antes advertir, lo caliente al yo decir:
Seis hijos tuve a bien dar, a mi gran reproductor, pues siempre me mantenía, «ensartada», como papa en tenedor, cumpliendo así mi misión de aumentar la población.